Cuando el diez de diciembre de 2002, la prensa local gaditana anunció tu muerte, seguramente todos los que lo leímos debimos pensar lo mismo. “Por fin ya se ha reencontrado con su dueño”, y no es que Cádiz se alegrara de tu muerte, sino que era consciente que solo vivías para volver con él.
Doce años antes de su muerte por atropello, este perro acudía asiduamente con su dueño al Hospital Puerta del Mar. Su dueño enfermo de riñón necesitaba realizarse las oportunas diálisis. Mientras este subía a ello, Canelo lo esperaba en la puerta del mismo durante el tiempo que tardaba en hacerse la diálisis.
Pero un día este paciente entró por la misma puerta que lo venía haciendo, pero esta vez no llegó a salir pues falleció. Desde el mismo instante que su dueño cruzó el umbral de la puerta y se dirigió hacia adentro, Canelo permaneció impasible la vuelta de su dueño.
Tras la muerte de Canelo, como homenaje la ciudad y prácticamente al lado de donde pasó sus últimos años de vida, le puso su nombre a una calle, y una placa como recuerdo a su figura la cual podemos ver en la fotografía, y en la que se lee la leyenda, “A Canelo, que durante doce años esperó a las puertas del hospital a su amo fallecido. El pueblo de Cádiz como homenaje a su fidelidad. Mayo de 2003”.
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